Hay escaleras que conducen a casa y escaleras que no nos llevan a ninguna parte. Las hay capaces de abrirte un nuevo horizonte y también existen escaleras que solo son capaces darnos vértigo. Hay miles y miles de escaleras en el mundo, pero para descubrir lo que esconde cada una de ellas, siempre se empieza de la misma manera: con un primer paso. Porque la vida es eso: una escalera. Y los pasos que damos no son más que las decisiones que vamos tomando en ella. Los sentimientos que nos hace sentir la subida a medida que vamos dejando atrás escalones.
Y cuando hayas subido toda la escalera, porque llegará un momento en que no queden más pedaños que sortear, solo tú podrás valorar si ha valido o no la pena. Si aquello con lo que te encuentras en la otra parte merecía la pena el esfuerzo. Puede que no, pero… ¿de verdad te vas a quedar con las ganas de averiguarlo?